En el tren he tenido muy buenas esperincis. En mi turno de noche de regreso del trabajo, era facil encontrar alguien para pasar un buen rato. Recuerdo en una ocasión a un chico que tras insinuarse, le pasé la mano por la entrepierna y estaba bien armado. Enseguida se ofreció a mamarme, tenia una boca deliciosa y una lengua que sabia deslizarse. Me puso tan caliente que no puse reparos cuando me pidió que me volviera para seguir lamiendo otras partes de mi cuerpo. Cuando quise darme cuenta, estaba frotando su capullo por mi ano y una embestida que me hizo contener un chillido. Aquella polla gruesa y fuerte como esculpida en piedra, entró cm. a cm. hasta llenarme. Sentí como bombeaba mi culo salvajemente, hasta llevarme a un orgasmo demoledor.
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